Por: Susana Prado
La lucha por los derechos humanos de las personas que forman parte de la comunidad LGBT+ ha sido durante muchos años una lucha social que la logrado irse posicionando como una de las más visibles y reconocidas en todo el mundo, sin embargo, en esta búsqueda de la inclusión social y no discriminación hacia las personas que integran este colectivo, en los últimos años se ha dado a conocer el caso “Pavez VS Chile”, con el que se visibiliza que aún queda mucho camino por recorrer si el objetivo es la igualdad en todas las personas no importa su
preferencia sexual.
Sandra Pavez era una maestra de religión católica en una escuela municipal de la comuna de San Bernardo, Chile. Se dio a conocer que la Sra. Pavez tenía uuna relación de pareja con otra mujer, a lo que se advirtió que su decisión era contraria a los deberes de castidad y que si seguía en ella se vería en la obligación de revocar su certificado de idoneidad, al no dar “testimonio de vida cristiana”, que la iglesia católica espera de sus profesores. Revocado el certificado, no pudo seguir dictando esa clase en específico.
La Sra. Pavez demandó a la Iglesia por discriminación, pero su demanda fue rechazada tanto por la Corte de Apelaciones local como por la Corte Suprema de Chile y en 2008 llevó su caso a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Hoy el caso se encuentra ante la Corte IDH y se espera una decisión durante 2021. De su decisión dependerá si las escuelas Católicas, Evangélicas, Judías, Musulmanas o de cualquier otra comunidad religiosa, podrán procurar que sus educadores religiosos guarden sus deberes de fidelidad hacia la fe que
voluntariamente dicen profesar y si los Estados respetarán el derecho de los padres a que sus hijos reciban una educación religiosa que sea acorde con sus convicciones.
Tanto en la Corte Europea de Derechos Humanos como en la Corte Interamericana de Derechos Humanos, se ha abogado por que la misma norma se aplique tanto en Chile como internacionalmente, de modo que ningún grupo religioso pierda su capacidad de elegir a sus líderes y maestros, un derecho ampliamente reconocido en el derecho internacional de los derechos humanos.
Por el otro lado, para esta nueva generación, se deben considerar y ser tomados en cuenta los esfuerzos de la sociedad por alcanzar mayores cotas de igualdad e inclusividad, aún así se aborden temas como la religión, sin embargo, se trata de una lucha que nos divide, tal vez más profundamente que las anteriores. En las
normas religiosas y sociales sacan a la luz que aún queda mucho camino por recorrer para llegar a ser una sociedad en la que no se discrimine por las preferencias sexuales.
Y tú, ¿Dejarías que a tu hijo le enseñe religión una persona de la comunidad LGBT?